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Artículos: victimología, violencia, niños

Niños violentos del presente, serán hombres crueles a futuro ¿responsabilidad de quién...?



Causa gran impacto observar en las noticias imágenes de menores que realizan actos violentos o cuando en algunas entrevistas madres en medio de sollozos y con actitud desesperada expresan: "no saber que hacer con sus hijos", como de igual manera se escucha a profesores decir: que le "temen a sus alumnos" porqué sencillamente los califican como niños pesadilla por que dan la sensación de que todo lo que se haga con ellos es tiempo perdido, cuando se tiene en cuenta que una de las mayores justificaciones se enmarca en el hecho de no sentirse respaldados o acompañados en ese papel tan importante del educador con autoridad; pero a los que se les exige que asuman el resultado de hombres educados y con buenas maneras en todos los aspectos del menor.

Entonces surge la pregunta, ¿quién debe asumir la responsabilidad cuando observamos que del conjunto de menores hay algunos menores violentos, agresivos o con conductas desadaptadas, que permiten que se identifiquen a estos menores como conflictivos? y acuñada a esta pregunta, también surge la cuestión, ¿que hacer con estos menores?... que a veces nos dejan atónitos con el alcance de sus comportamientos o actitudes; pocas veces nos atrevemos a preguntar y a profundizar sobre las raíces del problema, e incluso algunas veces cuando se tiene conciencia de ello no se toman medidas para corregir y evitar situaciones destructivas para el propio menor y sólo cuando se tiene la sensación de que el problema "se sale de las manos" se pide ayuda con temor y miedo por la repuesta del propio menor o de su entorno "familiar o social", hecho que agrava el problema al no abordarse de forma oportuna.

Expertos en materia de prevención siempre han sostenido que es "mejor prevenir que curar" además es menos costoso y sí en realidad, esa premisa tan subrayada y poco aplicada es sin duda un gran elemento a tener en cuenta, cuando se está en proceso de educación del menor.

Por ello es importante hacer énfasis, en que no hay que dar lugar a niños malcriados, los padres que no imponen límites o cuando a los menores siempre se les permite todo o casi todo, esto, sin lugar a dudas es el abono perfecto para que el menor siempre imponga su voluntad y sienta que él es quien debe tener el control en todo, sin importar las consecuencias de sus actos, sin consideración a nada y a nadie; ello sin duda traerá consecuencias negativas en el desempeño de los roles (estudiante,hijo, hermano,nieto,deportista,etc..) del menor a mediano y largo plazo.

La carencia de limites, da lugar a la insatisfacción del menor, a la rebeldía, que se acrecentará hasta el punto de agredir a sus propios padres y/o educadores o mayores, sencillamente porque no tiene inculcado el concepto de autoridad, y del autocontrol, como tampoco se le permite desarrollar la habilidad que le permita ponerse en el lugar del otro, sencillamente porque se le a educado en un medio demasiado permisivo, y con falta de comunicación tanto familiar como escolar, hecho que repercute en un inadecuado desempeño de los roles del menor y por tanto no se adaptara en aquellos entornos en los cuales esté sometido a un mínimo de exigencia; por ello es frecuente observar como es recurrente que los menores violentos son candidatos perfectos a engrosar las listas de la deserción escolar, y a futuro cuando se desempeñan en el medio laboral estas personas ya adultas tienden a la conflictividad,o baja autoestima y por ende no se adaptarán a las exigencias del puesto de trabajo, y proyectarán el conflicto en factores externos a él, sin comprender que éste es quien es la fuente del problema".

Paradójicamente los primeros receptores de malos tratos son los propios padres, o familiares éstos que en gran medida son los causantes de la agresividad del menor, Por que han entiendo que si sede a las pretensiones, o a los berrinches el asunto quedara allí finiquitado. Pero nada más lejos de la realidad, porque posteriormente tendrán serios problemas que repercutirán no solo en desadaptación escolar, derivada no solo por las conflictivas relaciones entre compañeros y profesores. Otro elemento a tener en cuenta es que el menor o adolescente es el resultado de las pautas de comportamiento y actitudes de la familia, quienes descargan toda la responsabilidad de educar en los profesores, convirtiéndose ello en una problemática que no se atiende articuladamente con profesionales y/o expertos en el tema como: psicólogos,terapeutas ocupacionales,psiquiatras,pedagogos,criminólogos,médicos, etc ...olvidando que en la media que el conflicto no se atienda rápida y oportunamente, ello propiciara todos los requisitos que favorecen la tan temida deserción escolar, o igualmente acercara al menor a la dinámica del mobbing o violencia familiar y/o escolar; por lo tanto el menor es un ser vulnerable, que es expuesto a ser víctima o "presa" segura de bandas o grupos violentos que sabrán explotar de forma negativa el comportamiento y las actitudes del menor.

También, es necesario aclarar que la experiencia demuestra que existe un gran abanico de comportamientos agresivos en los menores, es decir, no hay un modelo único de niño maltratador o violento, estudiosos en el tema advierten que este fenómeno no es exclusivo de algunas clases sociales o sociedades, por el contrario se puede evidenciar en cualquier nivel social o cultural. Se ha corroborado que es más común en hogares fragmentados, hogares desestructurados,o en los cuales hay poca o nula supervisión de mayores,también hay que señalar que las principales víctimas son madres separadas o solteras que han malinterpretado eso de que hay que educar sin corregir, «nada tiene que ver pegar con sancionar», dice Javier Urra, «desde muy corta edad hay que decirle al niño: "hasta aquí hemos llegado, o eso no te lo permito y no hay nada más que decir"», otra de los factores a tener cuenta es la desautorización por parte de alguno de los miembros de la pareja frente al menor.

El comportamiento violento de niños y/o adolescentes puede incluir una amplia gama de comportamientos o actitudes que se refuerzan también por el medio social o cultural en el que se desenvuelven o se relacionan, hay que tener en cuenta que el menor aprende todo lo observado de manera natural sin el prejuicio de malo o bueno o correcto o no. Por ello en zonas altamente violentas el juego del menor se centra en copiar o reproducir esos modelos de comportamiento violentos. ¿quien no recuerda en alguna oportunidad haber jugado a la familia o al soldado o al bombero?, el menor lo que esta haciendo es reforzando lo observado e interiorizando un patrón de comportamiento que posteriormente interpretara de forma natural, por ello es importante acompañar al menor en los momentos de ocio, tener conocimiento a que juega, que programas de televisión se le permiten que observe, etc...

Otro factor a tener en cuenta es la comunicación con el menor, la relación o interés de los padres por cómo y con quienes se relaciona sus hijos, esto es algo fundamental, porque el menor cuando se relaciona fuera de su entorno busca ser aceptado en grupo, por ello hará y copiará comportamientos del grupo con el cual desea crear vínculos de pertenencia, de aceptación o dominio, esto es un elemento más que influirá en como se forjará la personalidad de los menores, por eso es importante el tiempo y la calidad que se dedique al menor, el conocer plenamente con quienes se relaciona y cómo son los miembros de su grupo, ello dará la idea del patrón de comportamiento del menor; por ello nunca mejor dicho: "dime con quien hablas y te diré como eres".

A la hora de buscar soluciones, José Luis Pedreira Massa, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Infantil, quien lleva estudiando el fenómeno desde 1998, aconseja una educación basada en tres pilares las tres C. A saber: la primera C es coherencia, que se podría traducir en cómo no llevarnos la contraria a nosotros mismos, y por tanto, tener siempre el mismo criterio. La segunda C es consistencia: el sí es sí, y el no es no. No vale decir «no» ahora y dentro de cinco minutos «sí». Y la tercera es la continuidad, que significa ser coherente y consistente de forma permanente.

la sociedad también tiene un papel importante que desempeñar en la formación y control del menor, por ello es necesario desarrollar políticas de atención, que faciliten un mejor desempeño del menor en sus entornos, y que en los espacios de ocio, que se fomenten espacios creativos que permitan desarrollar y potenciar actitudes y habilidades en ellos, como al igual que exista voluntad política, y que sea política de estado, el cuidado del menor en todas sus dimensiones, para ello es necesario el desarrollo de aquellos programas que competen al campo de la prevención, rehabilitación y reinserción de los menores y que no queden como siempre, en el tintero, como un programa más del gobierno de turno, que señala la directriz de acuerdo al parecer del momento, "coste o inversión" todo dependerá de la óptica con la que se quiera evaluar los resultados a corto, mediano o largo plazo.

Por ello es responsabilidad de los ciudadanos, el exigir a sus mandatarios, políticas claras, con garantías que permitan abordar estos temas, en toda su dimensión e importancia, pero sobre todo que se afronten y resuelvan los temas propios de cada comunidad en los que se desvuelven los menores y se permita resolver las expectativas de este grupo poblacional tan importante en la sociedad. La comunidad los ciudadanos tienen un papel fundamental en el cuidado protector de los menores y de ello deben ser conscientes a cada momento, si se apuesta por esto en una mirada y acción conjunta a futuro dará como resultado una sociedad plena y con calidad de vida en todo su tejido social.

2009/05/21. Marisol Collazos Soto