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La secta del terror infantil

Prohibido formar pareja sentimental, tener celos y saltarse los cuadrantes donde se establecían los turnos para realizar encuentros sexuales de todos con todos en los que supuestamente participaban adultos, adolescentes y niños de corta edad. Una secta que amparaba un grupo organizado para la pederastia. Así describe la Policía el eje del «caso del kárate», la investigación abierta en Las Palmas de Gran Canaria en torno a la figura de Fernando Torres Baena, un prestigioso instructor de kárate cuyo historial se coronaba hasta hace apenas unas semanas por los brillantes éxitos deportivos de sus alumnos. Tras la luz, una trastienda oscura. La Policía y la justicia bucean ahora en el escalofriante testimonio de un centenar de jóvenes que aseguran haber sido víctimas de toda clase de abusos sexuales en el gimnasio y en un chalé de Baena, en prisión preventiva desde el día 4 de febrero.

«En esa casa pasaba de todo». Dieciocho años recién cumplidos, cinturón negro de kárate, y fue lo único que se atrevió a decir al finalizar su declaración ante el juez, en compañía de su madre. Desde que tenía 9 años, según su testimonio, sufre abusos sexuales por parte del que es, posiblemente, el grupo de pederastia que a más menores ha captado en España, una escuela de kárate de la capital grancanaria que, además de 382 medallas conseguidas en campeonatos de España, Europa y del mundo, acumula 56 testimonios de abusos sexuales no prescritos en su contra. Diecisiete de ellos son todavía niños o adolescentes.

«El sexo es parte del entrenamiento», les decía Torres Baena (56 años) cuando cada fin de semana se llevaba a un grupo de ellos a su vivienda, ubicada en Playa de Vargas, Agüimes (Gran Canaria). «Allí no se entrenaba kárate», afirma otra de las víctimas. «Durante el día nos ponía a limpiar el chalé y por la noche… sexo». Así durante décadas.

La Policía considera a Torres Baena la cúspide de la pirámide de la «secta del kárate», «un grupo organizado de pederastas que puede llevar actuando más de veinte años, asimilable a una secta y con un líder carismático», según lo describen los investigadores en el sumario instruido por el juez Miguel Ángel Parramón. Desde el pasado 4 de febrero se encuentra en prisión provisional, acusado de abusos sexuales y corrupción de menores, junto a su compañera sentimental, María José González Peña, 24 años menor, e Ivonne González Herrera. Un caso que ha dado la vuelta al país por los escalofriantes relatos de las presuntas víctimas y en el que también están imputados Juan Luis Benítez Cárdenes y José Ángel González Peña. Todos ellos karatecas con un excepcional historial deportivo, salvo el último de los citados, que es hermano de María José.

«Aquí todos con todos y yo con todos». Los testimonios ante el juez aseguran que eso era lo que les decía Fernando a los niños a los que, tras ganarse la confianza de sus padres, se llevaba «concentrados» a su chalé particular.

Entre diez y quince jóvenes de 9 a 17 años cada fin de semana. Sexo, alcohol y, en ocasiones, drogas, según la investigación, aunque también en el gimnasio se producían abusos, como han relatado las víctimas al juez. Alguna tiene 36 años actualmente y sólo se han atrevido a denunciar los hechos tras tener la certeza de que Torres Baena se encuentra en prisión. «Le tenían pánico», asegura la Policía.

Cuando un niño iba por primera vez al chalé, el maestro karateca, cinturón negro, séptimo dan, dejaba claras cuáles eran las normas: «Están prohibidas las parejas sentimentales entre alumnos y los celos», según otra víctima. «Y queda totalmente prohibido saltarse los turnos».

«Los turnos» eran un cuadrante dibujado en una cartulina y colgado en la pared de la vivienda, en el que Torres Baena, supuestamente, distribuía a los menores para realizar todo tipo de prácticas sexuales. «Él decidía cuándo y con quién nos teníamos que acostar», asegura una joven, hoy con 17 años, pero que, al igual que su hermana, sufre supuestos abusos sexuales desde los 9: «En un día tuve que acostarme con cuatro menores diferentes», afirma ante el juez, mientras su hermana, veinticuatro meses más pequeña, relata que «a los 9 años me besaba y me metía la mano, y a los 11 ya tenía relaciones sexuales completas con Fernando».

Y mientras la sociedad se pregunta cómo ha podido ocurrir todo esto durante veinte años, los imputados lo niegan todo: «¿Que una niña de 11 años ha dicho que tengo relaciones con ella? Eso es una barbaridad», le dijo Torres Baena al juez.

«Había días en los que se pasaba horas hablando conmigo hasta que mi mente se rendía a él. Entonces hacía todo lo que me pedía». Son las palabras de una prestigiosa deportista que sucumbió a toda una «máquina de lavado de cerebro», según describe a Torres Baena. Tenía 15 años, una relación sentimental estable y un extraordinario porvenir deportivo. «Pero terminé acostándome con otros chicos y chicas porque Fernando me lo pedía. Y con él también, por supuesto».

Las víctimas más adultas de la secta describen al maestro karateca como un verdadero manipulador de los niños. Los seducía con la gloria deportiva: «Para llegar a ser campeón del mundo tienes que hacer lo que yo te diga», les inculcaba. Y les ponía como ejemplo a María José e Ivonne, que le ayudaban en la captación de menores. «Ellas han llegado a la gloria porque me han hecho caso», aseguran las víctimas que les decía.

En los abusos también participaban, supuestamente, la ex mujer de Fernando Torres y hasta sus hijos. Algunas víctimas han relatado cómo se vieron obligadas a acostarse con los vástagos del profesor. Otros apuntan cómo se les suministraban píldoras abortivas tras mantener relaciones con Fernando sin preservativo. Al parecer, hubo varios embarazos entre las niñas.

Noticia completa en:  [Enlace bloqueado por la Tasa española AEDE]

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