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Richard Dawkins

Si Dios NO existiera, mataría a mi vecino. (Dawkins frente creyente)

 

Luis Quevedo

¿es el código de DNA (ADN) una constante en el universo?

Un análisis matemático reciente indica que la vida tal como la conocemos está escrita en las leyes de la realidad. El ADN se construye a partir de un conjunto de veinte aminoácidos – los diez primeros pueden crear vida prebiótica sencilla, y ahora parece que esos diez están termodinámicamente destinados a ocurrir dondequiera que puedan.

Para aquellos no familiarizados con la termodinámica, es el «Hermano Mayor» de todas las ecuaciones de la energía y de la propia ciencia. Se puede aplicar la mecánica cuántica a ciertas escalas, la mecánica newtoniana y el trabajo a las velocidades de hecho, pero si la termodinámica dice algo, entonces todo el mundo escucha. Un análisis de la energía por los profesores Pudritz y Higgs de la Universidad McMaster, muestra que los primeros diez aminoácidos son susceptibles de formarse a temperaturas y presiones relativamente bajas , y calcula que las probabilidades de formación coinciden con las concentraciones de estas sustancias químicas de la vida encontradas en muestras de meteoritos.

También coinciden con los de las simulaciones de la Tierra primitiva, y más importante, las simulaciones fueron realizadas por otras personas. Las implicaciones son enormes: una buena noticia para cualquier persona preocupada por cómo estamos solos, y una mala noticia para cualquier persona que demanda algún tipo de «Diseñador» para poner la vida en común – parece que la física puede armar el rompecabezas orgánico por sí solo, y probablemente lo ha hecho a través del espacio desde el comienzo de todo.

El estudio indica que no es necesario un milagro para llegar al cóctel químico origen de la vida temprana, basta un gran asteroide con los componentes adecuados. Eso es todo. El universo entero puede estar lleno de vida, desde la proteína prebiótica hasta descendientes de DNA. El camino de uno a otro es largo, pero hemos tenido trece mil quinientos millones de años hasta ahora y ha sucedido al menos una vez.

Los otros diez aminoácidos no son tan fáciles de formar, pero todavía dará vuelta para arriba – y el proceso de «evolución gradual» significa que una vez que los sistemas, simples están operativos pueden coger las más raras «gotas épicas» de los productos químicos más sofisticados tal como se presentan – una especie de «Mundial de Lifecraft», salvo que, literalmente, se tiene una vida por juego. Y una vez que la estructura más sofisticada es parte de un organismo replicante, hay suficiente para todos.

No es ningún accidente que veamos estrellas en el cielo, dice el famoso biólogo de Oxford, Richard Dawkins: son una parte vital de cualquier universo, capaz de generarnos. Pero, como Dawkins subraya, eso no significa que las estrellas existen para que nosotros vivamos. «Es sólo que sin estrellas no habría átomos más pesados que el litio en la tabla periódica», Dawkins escribe en «The Ancestors Tale -una peregrinación al amanecer de la evolución» la química de sólo tres elementos es demasiado pobre para sostener la vida.

Un corolario interesante de acuerdo tanto con Dawkins (ver video más abajo) y el astrofísico Neil deGrasse Tyson, es si el ADN es inevitable como la base para la codificación de la vida o la vida ha comenzado con el ADN en un sólo lugar en el sistema solar y luego se extiende entre los hábitats habitables a través de la panspermia. La vida microbiana puede aterrizar en otro planeta y dejar semillas, con lo que no se requiere crear vida desde cero varias veces y en múltiples lugares.

Otra posibilidad totalmente fascinante, una de las muchas que deGrasse Tyson, director del Planetario Hayden del Museo Americano de Historia Natural y de acogida scienceNOW PBS NOVA., Describe en Origins: Catorce mil millones de años de evolución cósmica, es que no hay vida que incorpore codificación que no tenga nada que ver con el ADN.

Es el incesante cambio y la mutación del ADN, dice Dennis Overbye en un brillante ensayo en The New York Times, lo que genera la materia prima para la evolución para actuar y asegurar el éxito de vida en la Tierra (y tal vez más allá). El Dr. Paul Davies, codirector de «Arizona State University Cosmology Initiative» dice «que ha sido alentado por el descubrimiento hace unos años que algunos fragmentos de ADN basura parecen ser notablemente resistentes al cambio, y se han mantenido idénticos en seres humanos, ratas , ratones, gallinas y perros, por lo menos durante 300 millones de años.»

Pero el Dr. Gill Bejerano, profesor adjunto de Biología del Desarrollo y de Ciencias de la Computación de Stanford, es uno de los descubridores de estos cadenas «ultraconservadas» del genoma, dijo que muchas de ellas jugaban funciones e importantes comandos de control.

¿Por qué tienen que ser conservados de manera que sigue siendo un misterio», dijo Berjerano, señalando que incluso los genes con funciones conocidas se someten a más cambios con el tiempo. La mayoría de los bits basura de ADN que ni ayudan ni molestar a un organismo, mutan incluso más rápidamente, señala Overbye.

Lo que se adivina: ¿Es el ADN el código cósmico de la vida en el universo, o es posible que no sea exótico, de origen desconocido?

No te pierdas el vídeo de Dawkins a continuación, pasa los cinco primeros minutos y serás testigo de una brillante discusión de sus puntos de vista sobre el ADN como base universal para la vida en el universo.

Publicado por Luke McKinney y Casey Kazan.

Fuente: The Daiky Galaxy

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Enlaces que tratan sobre ADN (DNA):

Campamento para niños donde se fomenta el pensamiento crítico

Según el último barómetro del CIS (PDF), el 7.5% de los españoles se declaran ateos y el 11.5%, no creyentes. Nadie diría que el porcentaje es despreciable, y sin embargo los no creyentes no siempre están bien representados en ámbitos cruciales de la vida social española, desde la política a la educación. Todavía se nos exige, incluso, en el nombre de la «buena voluntad», que apoyemos a las instituciones religiosas para no vivir en «una sociedad enferma, en una sociedad sin espíritu, una sociedad si alma» y, en definitiva, para no aparecer como seres humanos «desalmados».

Muchos no creyentes pensamos que es una obligación cívica apoyar un «esperanto moral» y un marco de ciudadanía compartido con los creyentes, conociendo también sus límites, pero una sociedad abierta, no teocrática, debería terminar desarrollando instituciones para los no creyentes paralelas a las que disfrutan los creyentes.

Un modelo a seguir procede del campamento para niños organizado por la organización secular Center for Inquiry, orientado a desarrollar desde la infancia el pensamiento crítico, el escepticismo científico y una ética naturalista (¡Los rasgos típicos de cualquier sociedad totalitaria, desalmada y enferma que se precie!). Los organizadores han desarrollado un atractivo programa que pretende «enfrentarse a los desafíos de vivir un estilo de vida no teísta y secular, en un mundo dominado por las creencias religiosas y la pseudociencia«. Ojalá la iniciativa sea afortunada y produzca un efecto de contagio.

Camp Inquiry 2008
Fuente: La revolución naturalista
Algunos derechos reservados, 2009
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Enlaces de interés:

–  Escepticismo

–  ¡Dios, a la cárcel!

–  Los países ateos son más pacíficos

–  Ateos de Colombia se confiesan 16 personalidades del país

–  Los ateos se hacen fuertes

–  Malentendidos comunes sobre ateos y ateísmo

Ateos por Jesús, Richard Dawkins

Conducta Antisocial

Seguramente Richard Dawkins cometió un error cuando tituló a su famoso libro “El Gen egoísta”. Por supuesto, no quería decir literalmente que los genes sean egoístas, se trataba de una metáfora para conseguir un título resultón. Los genes son segmentos de DNA que contienen información para fabricar una molécula de proteína o RNA, así que difícilmente pueden ser egoístas o dejar de serlo. Lo que quería decir Dawkins es que cuando un gen confiere una ventaja considerable a sus portadores, el número de copias del mismo se va incrementando a lo largo de las generaciones. Sólo es “egoísta” en el sentido metafórico de “propiciar” que el número de copias en la población aumente. Algunas personas no lo entendieron y acusaron a Dawkins de hacer apología del egoísmo y, ya puestos, situarse al lado de Galton, Spencer y otros nefastos del darwinismo social (yo no soy un devoto de Dawkins, pero creo que en este punto no fue bien entendido).

Parte del problema estriba es que el significado corriente de la palabra egoísta alude a los individuos y no a objetos tales como secuencias de DNA. El paradigma del egoísmo, como, por ejemplo, el personaje de Mr Scrooge en el Cuento de Navidad de Dickens, es alguien que sólo se preocupa de sí mismo. En cambio, la crianza de los hijos suele requerir grandes dosis de esfuerzo y sacrificio personal, por lo que no creemos que la típica madre (o padre, si se diera el caso) sea un buen ejemplo de egoísmo. Sin embargo, desde el punto de vista evolutivo, sacrificarse por tus propios hijos sería perfectamente egoísta y la renuncia voluntaria a reproducirse -el caso de Mr. Scrooge- sería perfectamente estúpido.

En los años 70 del siglo pasado, Trivers y otros investigadores propusieron de forma convincente que la selección natural (y por tanto “egoísta”) puede dar lugar a conductas altruistas hacia los propios parientes (selección familiar) e incluso a individuos no relacionados (altruísmo recíproco). El tema ha sido ya tratado en este blog, así que me remito a un post anterior para no repetirme tanto (El origen de la justicia).

Sin embargo, algunos autores no creen que las teorías de selección familiar y altruismo recíproco puedan explicar la fuerte tendencia a la cooperación que existe en nuestra especie, incluso entre individuos no relacionados y en situaciones no repetidas. Por ejemplo, imaginemos la típica cola que se forma en los aeropuertos para facturar el equipaje. Los individuos que la forman están actuando cooperativamente, ya que mantienen escrupulosamente el orden de llegada. Lo más probable es que no se conozcan y que nunca se vuelvan a ver. En una situación así, lo ‘racional’ sería colarse y sin embargo no es esta la conducta que nos encontramos normalmente. ¿Qué clase de mecanismo psicológico nos lleva a actuar en contra de nuestros intereses ‘racionales’ en esta y otras situaciones similares? Según estos autores la palabra clave es ‘castigo’, ya que la cooperación sólo resulta beneficiosa si existe algún medio para castigar a los ‘abusones’. Supongamos que alguien tratara de colarse. No sería extraño que algunos de los perjudicados se enfrentasen con este sujeto y le afeasen su actitud. Esto sería a su vez un acto de altruismo, puesto que tener un enfrentamiento con un individuo desconocido no es una acción exenta de riesgo; por otra parte, todas las personas de la cola se benefician de la acción del ‘justiciero’ aun cuando no corran ningún riesgo ellos mismos. De nuevo, la actitud más ‘racional’ es quedarse callado y esperar a que surja un ‘justiciero’, el cual puede sufrir los efectos negativos de tal acción.

Los investigadores han encontrado que con frecuencia las personas están dispuestas a correr riesgos y afrontar un perjuicio personal con tal de castigar a los que se saltan las reglas. Esta tendencia se ha denominado ‘reciprocidad fuerte’ y ha sido constatada tanto en situaciones reales como en experimentos de laboratorio. Por ejemplo, en un estudio 240 individuos jugaron a un juego en el que había una posible recompensa económica si los jugadores actuaban cooperativamente (Fehr and Gachter, 2002). El juego podía realizarse en dos tipos de condiciones diferentes: con castigo y sin castigo. En el primer caso, los jugadores podían ‘castigar’ a aquellos que mostraban una actitud poco cooperativa. Los resultados mostraron que el castigo ‘altruista’ era muy frecuente, de alrededor del 84%, a pesar de suponía un perjuicio económico para el castigador. También se vio que al existir la posibilidad de castigo el comportamiento cooperativo de los jugadores aumentó de forma sustancial.

El último trabajo del equipo que dirige Simon Fehr, publicado recientemente en Science (Herrmann et al., 2008), da un paso más en su exploración de este fenómeno. Los investigadores observaron que en el mencionado juego, la posibilidad del “castigo” aumentaba, en general, la conducta altruista; sin embargo, un porcentaje de individuos reaccionaba de forma completamente distinta. Estos jugadores sospechaban que quienes les habían castigado eran los jugadores que se comportaban de forma altruista y reaccionaban castigando precisamente a éstos. Este tipo de comportamiento ha sido denominado “castigo antisocial”.

Los investigadores se preguntaron si la frecuencia del castigo antisocial difería en distintos contextos culturales. Por ello repitieron el mismo juego con estudiantes procedentes de diversos países. La hipótesis de trabajo era que en sociedades democráticas y económicamente liberales los estudiantes tendrían actitudes diferentes que en sociedades más tradicionales, donde imperan las instituciones autoritarias o incluso “tribales”. Para garantizar la motivación de los participantes, las “fichas” se convertían en dinero real al acabar la partida.

Y la hipótesis resultó cierta. Los investigadores encontraron que la conducta antisocial era poco frecuente en países democráticos. El World Democracy Audit (WDA) ha establecido un índice de países en asuntos tales como derechos civiles, corrupción, libertad de prensa y, en general, actitudes democráticas. Los países que puntuaban bajo en este índice también presentaban las frecuencias más altas de castigo antisocial. En resumen: cero en conducta para Rusia, Turquía, Grecia (pásmate), Arabia Saudí y Bielorrusia (menos mal que en el experimento no participaron estudiantes españoles).

Tal vez sea aventurado dar demasiada importancia a este tipo de experimentos. Lo que sí está claro es que la riqueza de las naciones no depende sólo de su Producto Interior Bruto, sino también del comportamiento ético de sus ciudadanos,

Fehr, E., and Gachter, S. (2002) Altruistic punishment in humans. Nature 415: 137-140.

Herrmann, B., Thoni, C., and Gachter, S. (200 8) Antisocial punishment across societies. Science 319: 1362-1367.

Artículo completo en: La logica del titiritero

Bajo licencia Creative Commons

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