La caída del Imperio Lactobacilo

Toca Comer. Fraude alimentso funcionales. Marisol Collazos SotoTras años aguantando la opresión microbiológica de los probióticos basada principalmente en el Imperio Lactobacilo, la reina de todas las ciencias, la Química, ha servido para aupar a los prebióticos…y todo gracias a mi querida Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA)…esos sí que saben.

Los probióticos son alimentos con microorganismos vivos adicionados que permanecen activos en el intestino y ejercen importantes efectos fisiológicos. Ingeridos en cantidades suficientes, se supone que tienen efectos muy beneficiosos, como contribuir al equilibrio de la flora bacteriana intestinal del huésped y potenciar el sistema inmunitario. Además, pueden atravesar el tubo digestivo y recuperarse vivos en las heces, pero también se adhieren a la mucosa intestinal.

Por todo ello, alimentos probióticos como yogures, leches fermentadas, zumos con leche, etc. se han recomendado para prevenir y ayudar a tratar enfermedades como la diarrea, el estreñimiento y exceso de gases, la enfermedad de Crohn, colitis ulcerosas… Además, diferentes trabajos muestran como los probióticos han sido recomendados para mejorar la digestión y estimular las defensas…hasta el irritado de mi colon creía que se calmaría con estos alimentos con bichitos.

Dentro de estos bichitos, perdón microorganismos, que reinan en el mundo probiótico, los Lactobacilos tienen un papel protagonista. Estos Lactobacilos, Lactobacilus o bacterias del ácido láctico (seguro que ya he metido la pata a la hora de nombrarlos) es un género de bacterias Gram positivas anaerobias facultativas, denominadas así debido a que la mayoría de sus miembros convierte lactosa y otros monosacáridos en ácido láctico.

Los Lactobacilos no solamente habitan en el cuerpo humano, sino que gracias al ambiente ácido provocado por la producción de ácido láctico inhiben el crecimiento de bacterias dañinas. Esto ha provocado que, además de que diferentes especies de Lactobacilos hayan sido empleadas industrialmente para la producción de yogur y otros alimentos fermentados, algunas bebidas de yogur contengan Lactobacilos como suplemento dietético.

Dentro de la pandilla de mequetrefes que forman parte del género Lactobacilos, y que tanto bien parece que hacen a la humanidad, destacan los conocidos L. acidophilus, L. bulgaricus, L. casei, L. delbrueckii, L. fermentum, L. gasseri, L. johnsonii, L. lactis, L. paracasei, L. plantarum, L. reuteri, L. rhamnosus y L. salivarius¡¡una banda!!

Pues bien, los supuestos efectos beneficiosos de la introducción de esta banda de pequeños seres vivos en innumerables productos probióticos han dado lugar a que la gran empresa alimentaria, farmacéutica e incluso cosmética, realice campañas de marketing totalmente fuera de lugar con sensacionalistas slogans publicitarios… parecía que el hecho de introducir un “bichito” de estos lo curaba todo.

Pero la comunidad científica ya sospechaba que no era oro todo lo que relucía…y comenzaron las dudas. Se descubrió que ciertos microorganismos no sobrevivían dentro del alimento probiótico en cuestión durante el periodo de consumo recomendado del mismo, otros bichitos no eran capaces de llegar a la molécula diana donde debían cumplir su objetivo ya que morían por el camino, otros llegaban pero no eran capaces de realizar la misión recomendadagentuzilla

Sin embargo, la presión de las grandes multinacionales impidió un reglamento estricto que impidiera los sensacionalistas slogans publicitarios que durante años se han ido anunciando en el etiquetado de estos productos.

Afortunadamente, y tras duras batallas entre autoridades y multinacionales alimentarias, la cordura se  impuso y se publicó el Reglamento 1924/2006 relativo a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos, el cual se ha ido actualizando periódicamente.

En ese Reglamento las condiciones para publicitar supuestas propiedades beneficiosas de un producto se endurecieron muchísimo, algunos dicen que demasiado, y los informes que las empresas alimentarias deben enviar a la EFSA para poder sacar al mercado un producto son tan exigentes que la mayoría de ellos no pasan la criba.

Pues bien, la EFSA acaba de hacer público, a través de su Panel de Expertos en Nutrición, Alergias y Dietéticos, un informe demoledor donde dictamina qué funciones han sido demostradas para ciertos microorganismos y compuestos químicos y cuáles no…y aquí le han dado “pa el pelo” a los microbiólogos y sus probióticos…y a los químicos y nuestros prebióticos nos han regalado los oídos gracias, entre otros compuestos, a nuestra princesa la fibra.

La EFSA ha concluido un estudio que empezó en el 2008 de las alegaciones saludables de cerca de 3000 sustancias que la industria alimentaria ha usado o quiere usar para anunciar sus productos. Y el resultado es demoledor: prácticamente el 80% no estaba probado científicamente o eran tan generales que no se podían comprobar.

Leyendo detenidamente ese informe, y con una sonrisa de oreja a oreja, se puede observar como los Lactobacilos no han salido muy bien parados.

Una empresa de cuyo nombre no me quiero acordar (por ahora) pidió poder publicitar que la combinación en su producto estrella del L. reuteri combinado con el L. rhamnosus aumentaba…¡¡¡ la salud vaginal ¡!!. La petición fue rechazada por falta de pruebas.

Parecía que estos pendejos de los Lactobacilos también servían, ni más ni menos, para proteger a la piel frente a los rayos ultravioleta ¿pero de qué vais? La EFSA ha dictaminado que no solamente no hay pruebas de que el amigo L. johnsonii no sirva para eso…sino tampoco para aumentar las defensas contra los microorganismos del sistema digestivo.

Otra empresa archiconocida intentó publicitar, con un par, que otro de la banda Lactobacilense (¿?), el L. rhamnosus, servía para mejorar “toda la salud digestiva”…La EFSA ha rechazado el expediente al considerar ese término demasiado “vago”…qué diplomáticos…claro que cuando otra empresa pidió que les dejaran anunciar que ese mismo bichejo, el L. rhamnosus, aumenta la mineralización de los dientes, la EFSA los echó a cajas destempladas.

 

Uno de los más queridos por la industria, el L. plantarum, también ha sido rechazado en mi querido informe. Eso de que ayuda a la digestión eliminando las flatulencias y la hinchazónva ser que no.

Los seguidores del Imperio Lactobacilo confiaban en sus dos grandes estrellas…los famosos L. casei y L. fermentum…Pues la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, que en mi opinión se está jugando su integridad, ha sentenciado que estos dos microorganismos no han conseguido demostrar que disminuyan los microorganismos patógenos del sistema digestivo ni que reduzca la incomodidad de una digestión pesada.

Todos estos resultados han provocado una reacción inmediata de la industria alimentaria que se ha visto puesta en jaque. Para muestra un botón. Mi querida Danone, en un eterno enfrentamiento con la EFSA, ha visto como de nuevo le han dado calabazas.

El expediente rechazado de Danone buscaba vincular el Actimel, que contiene Lactobacillus casei con una reducción de las toxinas de Clostridium difficile en el intestino y por lo tanto una reducción de “la incidencia de diarrea aguda”. Danone presentó 18 estudios publicados y en vías de publicación para justificar dicho efecto del L. casei…pues la EFSA le ha contestado a la multinacional que… “si quieres arroz Catalina”…prohibiendo tal publicidad.

La EFSA rechazó el estudio señalando que los datos sobre las toxinas de C. difficile no eran concluyentes, que existían problemas metodológicos en los estudios, que los escenarios de la imputación de datos no eran lo suficientemente amplios, que los motivos del rechazo de los estudios de apoyo como la falta de controles eran pertinentes y que los estudios de biodisponibilidad no mostraban una reducción de las infecciones gastrointestinal o de los agentes patógenos gastrointestinales.

Lo reconozco…hemos jugado sucio. La misión de destrozar el Imperio Bactobacilo no era nada fácil por lo que tuve buscarme un aliado en un microorganismo que años atrás no le dejaron formar parte de dicho Imperio…el Streptococcus thermophilus.

Éste bichejo mediante artes muy dudosas logró sobornar a un Lactobacilo, el traidor L. delbrueckii, y ellos solos comenzaron la matanza. Como premio a su conspiración para derrocar a los Lactobacilos, la EFSA sí que admite que los yogures que contienen L. delbrueckii y otra bacteria, el Streptococcus thermophilus ayudan a las personas con intolerancia a la lactosa a digerir el producto.

Artículo completo en: SCIENTIA

 

 

 

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