La vergüenza contra la investigación de OGM

Toca Comer.   La vergüenza contra la investigación de OGM. Marisol Collazos Soto, Rafael Barzanallana

El Rothamsted Research Institute es el centro de investigación agrícola más antiguo del mundo, con 160 años de existencia dedicados a investigar en la mejora de especies agrícolas. Es uno de los centros más prestigiosos del mundo en mejora genética de plantas. Una de sus líneas de investigación es la de insecticidas ecológicos basados en la señalización hormonal. La idea es producir moléculas que mimeticen señales que utilizan los insectos, señales que son muy específicas y que no tienen efectos perjudiciales para otras especies. En el marco de este proyecto han desarrollado plantas de trigo capaces de producir la feromona que de forma natural segregan los áfidos como señal de peligro y que provoca que estos huyan. Desarrollar plantas de trigo mediante ingeniería genética capaces de sintetizar esta feromona provocaría que los áfidos huyeran de este trigo, por lo que no sería necesario utilizar insecticidas y además sería un repelente, no provocaría mortalidad ni sería tóxico para los insectos beneficiosos. Una solución ecológica ¿no?

Ha aparecido un grupo de integristas denominados «take the flour back» (devolvednos la harina) que se han hecho famosos por su cruzada basada en destrozar todos los campos experimentales de trigo transgénico, más a menos como hacen aqui los de «Ecologistas en Acción». Después de haber protagonizado varios ataques ahora han hecho una convocatoria para destrozar este ensayo el próximo 27 de Mayo.

Estamos hablando de investigación pública para minimizar el impacto ambiental de la agricultura. Resulta que por encima del estricto proceso de evalucion de los proyectos ahora tenemos a una panda de integristas se autootorgan el poder de decidir en qué se investiga y en qué no. El método aplicado para ejecutar sus sentencias es destrozar lo que no les gusta. A mi esto me preocupa y mucho. La pseudociencia campa a sus anchas en Europa ante la pasividad de jueces y políticos. Destrozar un campo experimental supone perder miles de euros de dinero invertido, y lo peor, años de trabajo de predoctorales y postdoctorales que son irrecuperables.

La actitud de los investigadores del centro ha sido tratar de abrir una línea de diálogo para impedir el acto vandálico, lanzando la campaña «don’t destroy research».

En España tenemos a presuntas ONGs generosamente subvencionadas con fondos públicos como Ecologistas en Accion y Amigos de la Tierra publicando en sus webs los datos de localización de las parcelas experimentales, para que luego vaya alguien y los destroce. Esto les permite «lamentar, pero no condenar». El IRTA en Cabrils ya sufrió el ataque de estos vándalos y todos los veranos tenemos ataques de estos, aunque nunca suelen acertar y acaban destruyendo parcelas de maíz no transgénico. Los datos que publican no indican experimentos en realización, sino que hacen referencia a propietarios que han ofrecido sus parcelas para el experimento, que puede llevarse a cabo o no.

Artículo completo en:  Los productos naturales ¡vaya timo!

 

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