En París se populariza la venta de comida desde camiones

Toca Comer. En París se populariza la venta de comida desde camiones. Marisol Collazos Soto, Rafael Barzanallana

“La Cantina”, un camión que vende tacos mexicanos, “El Carrito”, que ofrece empanadas argentinas y otro más consagrado a las tripas: los camiones de comida ambulantes son cada día más populares en las calles de París, arrebatando incluso galardones gastronómicos.

A diferencia de los estadounidenses, los mexicanos o los indios, los franceses no han sido muy adeptos a la comida de la calle, prefiriendo almorzar y cenar en restaurantes bien puestos, si posible en mesas con mantel.

Pero el estrés cada vez mayor de la vida cotidiana y la crisis económica han abierto la vía a la denigrada “fast food”, esa comida rápida acusada de ser una de las causantes de la obesidad galopante en los países industrializados.

Sin embargo, lo que ofrecen esos camiones ambulantes está muy lejos de esa criticada comida rápida: a su cabeza están jóvenes e innovadores chefs, que proponen una comida creativa, con ingredientes de calidad.

Uno de los galardones del Fooding, un movimiento culinario que nació en Francia hace 12 años y que se ha extendido a Barcelona, Nueva York, Londres y Milán, y que celebró su gala de premios el lunes en la Escuela de Bellas Artes de París, recompensó “Le Camion qui fume” (El Camión que humea), que vende hamburguesas a 10 euros (unos 13 dólares).

La californiana Kristin Frederick, propietaria de ese camión, recuerda que cuando dijo que tenía ganas de comenzar en París un “food truck”, como los que se ven en las grandes ciudades estadounidenses, todo el mundo trató de disuadirla.

“A los franceses no les gusta comer con las manos, excepto una crêpe o un pedazo de pizza o una salchicha”, le decían, señalándole que la comida gastronómica francesa, que está inscrita en el patrimonio inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, ha hecho siempre gala de rituales y de buen gusto.

Y además, las autoridades francesas no van a dar nunca la autorización a un camión de comida, le advertían los amigos.

Pero ahora, la cocinera californiana de 32 años y su camión son esperados con ansiedad en calles o plazas de la margen izquierda y derecha del río Sena, por cientos de parisinos que están dispuestos a dar pruebas de paciencia para comer una de sus hamburguesas.

Fuente: FhARENHEIT

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