Vino de naranja

Toca Comer. Vino de naranja. Marisol Collazos Soto, Rafael Barzanallana

El vino de naranja fue un invento que se atribuyeron distintas generaciones de murcianos. Tradicionalmente se ha considerado una creación de los pobladores de las Antillas francesas. De ello dieron cuenta los diarios europeos y españoles, a modo de curiosidad, durante las primeras décadas del siglo XIX. Pero ya por aquellos años también se conocía en Murcia.

En 1844, Francisco María Alted se dirigió a la Sociedad Económica de Amigos del País de Murcia para que valorara e impulsara el método empleado en la fabricación del novedoso producto. La respuesta de la Sociedad fue firmada por Ramón Baquero, -padre del célebre Andrés Baquero-, quien concluyó que la receta carecía «de la importancia, así científica como industrial que sería de desear». Además, insistía en que su trascendencia con relación «a la agricultura y el comercio de nuestro País se deja conocer muy luego que es insignificante».

11 años más tarde, en 1858, lograba insertar en la portada del diario La Paz de Murcia, un artículo sobre la fabricación de la afamada bebida e incluyó una minuciosa descripción de cómo elaborarla. El autor señalaba el mes de abril como el más indicado para la recolección de los frutos, que deben «partirse por la mitad y al través con cuchillo que no sea de hierro para evitar la oxidación de este mineral».

Tras exprimir a conciencia el zumo, se cocían las cáscaras y la pulpa restante. «Este cocimiento -continuaba el rotativo-, para estar en buen estado de perfección ha de tener color azafranado y el sabor bastante amargoso». Una vez mezclado el caldo y el jugo exprimido había que añadirle agua y azúcar, hasta conseguir una especie de jarabe «que se clarificará con cola de pescado o clara de huevo».

El mosto resultante se dejaba fermentar 7 semanas en vasijas de madera. En este intervalo de tiempo, cuando dejara de crecer, se sellaban los recipientes. Transcurridos 60 días desde el inicio del proceso era necesario añadirle esencia de azahar, bien en un puñado o macerado antes en aguardiente.

El vino de naranja, al menos de forma artesanal, adquirió cierta popularidad. En 1932, la Casa Regional Murciana de Madrid acogió una conferencia sobre las aplicaciones industriales de la naranja, entre las que también destacaba el vinagre, «que supera con mucho al de la uva porque contiene 129 por mil de acidez, frente a un 93 por mil del vínico», explicó entonces el conferenciante y agrarista Francisco Muñoz Palao.

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