Bisfenol A y pseudociencia

Toca Comer. Bisfenol A y pseudociencia. Marisol Collazos Soto, Rafael BarzanallanaGrupos ecologistas se dedican con ahínco a intentar prohibir un material versátil y ampliamente utilizado, el bisfenol A (BPA), precursor de resinas epoxi, policarbonatos, y componente de los tickets de supermercado, parking, etc, a así como recibos de todo tipo que manoseamos a diario y que también nos estaría envenenando a través de la piel, pero con la novedad de que ahora encuentran una cierta complicidad en la Comunidad Europea, que, sin encomendarse a nadie, pretende aprobar una legislación sobre disruptores endocrinos que, aludiendo al principio de precaución, echaría por tierra buena pare del conocimiento científico al permitir que la suposición de unos ciertos efectos sirva par restringir el uso de algunos materiales.

¿Qué les parece la idea  “por si un producto es perjudicial se restringe su uso, a no ser que se demuestre su ausencia de efectos”? Seguro que, si usted se dedica al márketing, empieza a verle una utilidad manifiesta para frenar a sus competidores.

Hasta ahora lo que había que demostrar era la culpabilidad, no la inocencia. Es como si quisiéramos demostrar que una sustancia no contiene nada de un determinado elemento, por ejemplo X. Pero, hasta ahora, según nos enseñaron en la universidad, sólo se podía demostrar que un elemento X se encuentra por debajo del límite de detección de un determinado método analítico, no que se encuentre en cantidad cero.

Pues esta deriva no parece tener fin. Hace un par de años Francia aprobó una ley, que no ha conseguido todavía poner en marcha, para prohibir el BPA en cualquier producto en contacto con alimentos, precisamente basada en esas suposiciones, y argumentada con un largo informe -sin apenas valor científico- de su curiosa agencia de seguridad alimentaria ANSES, claramente un punto fuera de la gráfica en Europa. En los próximos días la Agencia Europea correspondiente, EFSA, iniciará el debate sobre este asuntos la vista de los resultados de los quinientos trabajos científicos más recientes de toxicólogos de todo el mundo que hasta el momento no han conseguido establecer esa peligrosa relación.

Ésta es una manifestación más del fenómeno denominado Quimiofobia: miedo irracional a la química.

Ampliar en: Ecothinktank

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