Durante la primera mitad del siglo XIX, Londres vivió noches de terror en sus calles mal iluminadas, dominadas por una figura que desafiaba la lógica y sembraba el pánico: Spring-Heeled Jack. Este personaje, cuya primera denuncia data de 1837 en Barnes, era descrito como un ser capaz de adoptar formas animales y humanas, vestido con armadura metálica, guantes de garras afiladas, y botas con resorte que le permitían saltos imposibles para un humano.
El primer evento oficial se registró en enero de 1838, cuando el alcalde de Londres alertó sobre una carta que denunciaba a jóvenes disfrazados de espectros para asustar a mujeres como reto. Sin embargo, esto no calmó la inquietud, ya que Spring-Heeled Jack parecía tener habilidades inigualables para escapar y desaparecer entre los tejados.
La prensa británica amplificó el misterio tras ataques como el de Jane Alsop, quien fue sorprendida por un hombre que arrojaba fuego azul y blanco por la boca, y el de Lucy Scales, que quedó ciega momentáneamente al cruzarse con la criatura. La policía nunca logró atraparlo, mientras que en la sociedad se tejieron teorías sobre nobles excéntricos, apuestas clandestinas y hasta la implicación del marqués de Waterford.
A pesar de algunas detenciones de imitadores y múltiples hipótesis —como que el fuego podría provenir de artefactos ocultos con azufre y alcohol—, el misterio nunca fue resuelto. Spring-Heeled Jack se trasformó con el paso del tiempo en una figura literaria y de ficción popular, perdiendo su talla de amenaza real y convirtiéndose en parte del imaginario colectivo victoriano, recordado como el gran misterio de una ciudad sumida en la penumbra y el miedo.eldiario
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