¿Es cierto que si las espinacas se cortan con un cuchillo de metal se estropean antes?

Toca Comer. Cuchillos, hierro, polifenoles y espinacas. Marisol Collazos Soto, Rafael Barzanallana

En el libro ¿Hay algo que coma avispas?podemos encontrar la respuesta a esta pregunta:

“El motivo de que haya que utilizar siempre un cuchillo de acero inoxidable para cortar las espinacas es intrigante y constituye un importante obstáculo para el enriquecimiento de los alimentos con hierro. No hay que olvidar que la falta de hierro es la carencia nutricional más frecuente en el mundo.

Tanto la hoja del cuchillo como las espinacas se quedarán descoloridas debido a la reacción entre los polifenoles de las espinacas y el metal. Para ver un ejemplo espectacular de este efecto no hay más que hacerse una taza de té y añadir unos cuantos cristales de una sal de hierro soluble como un sulfato ferroso (no lo bebas).

La decoloración negra que se ve se debe a la reacción entre los polifenoles del té, los llamados taninos, y el hierro. El compuesto negro resultante es sumamente insoluble. Las consecuencias para la absorción de hierro por parte del organismo son inmensas porque el hierro en esa forma es prácticamente inasimilable por absorción. Así que sea cual sea el origen de la fuerza que proporcionan las espinacas de Popeye, no es el hierro.

Los polifenoles se encuentran en muchas verduras y, junto con los fitatos, son la razón de que mucha gente que subsiste a base de dietas de cereales y verduras tenga carencia de hierro. Enriquecer esas dietas con sales de hierro plantea dos problemas. En primer lugar el hierro no se absorbe, y en segundo, los polifenoles coloreados por el hierro hacen que los alimentos resulten poco atractivos.”

Respuesta de Patrick MacPhail, del Departamento de Medicina de la Universidad de Witwatersrand, Johannesburgo; a la pregunta de Hans Hamich (Hull, East Yorkshire).

Fuente: HABLANDO DE CIENCIA

Licencia CC

Falsos mitos relacionados con el vino

Toca Comer. Falsos mitos relacionados con el vino. Marisol Collazos Soto, Rafael Barzanallana

 

Tinto, de Rioja o Ribera; blanco, de Rías Baixas o Penedès: Falso 
Una de las creencias que aún hoy permanecen extendidas (aunque, por fortuna, cada vez menos) es que para ser bueno, un blanco tiene que ser del Penedés o de las Rías Baixas, un rosado de Navarra, y un tinto de Rioja o de Ribera… Sin embargo, actualmente, encontramos vinos blancos, rosados y tintos, todos de calidad, en cualquier zona vitícola. La calidad de un vino no depende únicamente de una zona, sino de un modo de cultivo, de un elaborador y de un marco de plantación, entre otros determinantes. Por eso, la clave está en ser aconsejados por profesionales y en tener curiosidad de probar caldos de cualquier región, aunque no atiendan a los tópicos.

El tinto, a temperatura ambiente: Falso 
Que un vino tinto se debe servir a temperatura ambiente es también un error. Antiguamente, los sistemas de calefacción doméstica eran más primitivos, por eso los vinos se bebían a temperatura ambiente, porque ésta era más baja que la de los hogares modernos. Realmente, la temperatura ideal para beber un tinto oscila entre los 16º y 18º.

El queso y el jamón, siempre con vino tinto: Falso 
La gran variedad de quesos existentes hace que no siempre el tinto sea el más apropiado. En su día ya te contamos los mejores maridajes en este terreno. En cuanto al jamón, tampoco es cierto que su mejor ‘acompañante’ sea siempre un tinto. De hecho, los expertos apuntan hacia los finos y manzanillas como la ‘pareja de baile’ perfecta.

El vino blanco produce dolor de cabeza: Falso 
Esto podría tener algo de cierto hace tiempo cuando, para preservar de la oxidación los vinos elaborados con las variedades blancas se les añadía muchos sulfitos, un componente químico que provocaba los dolores de cabeza. Hoy, la enología ha progresado y los viticultores conocen las dosis correctas de sulfitos que necesitan y no suelen añadir más de los que resultan convenientes.

El truco de la cucharita ‘conserva-burbujas’: Falso
Respecto a la conservación, el truco de la cucharilla es otro falso mito que practica mucha gente para conservar las propiedades de los espumosos. Para mantener las burbujas hay que utilizar un tapón adecuado y para ello existen los llamados Gard Bulles, tapones que permiten conservar las burbujas.

Fuente: Informe21.com

¿Por qué las galletas con el tiempo se quedan blandas y las magdalenas duras?

Toca Comer. Glletas, magdalenas, humedad. Marisol Collazos Soto, Rafael Barzanallana

Lo primero sería ver qué diferencias hay entre unas galletas y unas magdalenas. A grandes rasgos, lo principal es que la masa de las galletas no fermenta mientras que la de las magdalenas se deja fermentar (aunque sea por medios químicos, no biológicos); y que las galletas se hacen a una temperatura superior.

Lo que nos interesa aquí es el resultado. Una galleta tiene una estructura muy intrincada de canales porosos formados por granos de fécula unidos entre sí por cristales de azúcar y grasas. Con la humedad, los azúcares se disuelven y se pierde el principal sostén de la estructura (se ablandan). Para más información, sugiero consultar el libro “Cómo mojar una galleta

En el caso de las magdalenas, la fermentación produce una textura distinta. En este caso, lo que se produce con el paso del tiempo es una alteración similar a lo que ocurre en el pan. Durante la cocción, se forman puentes de hidrógeno entre las fibras de celulosa y de almidón debido a las moléculas de agua que quedan retenidas. Si se deja que otras moléculas de agua se “entrometan”, se permite la reorientación de las cadenas de almidón, pudiendo cristalizar, es decir endurecerse.

Fuente: HABLANDO DE CIENCIA

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