El delirio de persecución cristiano es de las características más desagradables del cristianismo.
Cómo nació este fetiche es de lo que trata el nuevo libro de Candida Moss, El mito de la persecución:
En El mito de la persecución, Candida Moss, una experta líder en el cristianismo primitivo, revela cómo la iglesia primitiva exageró, inventó, y falsificó las historias de los mártires cristianos y cómo el peligroso legado de un complejo de martirio se emplea hoy en día para silenciar la disidencia e impulsar una nueva generación de guerreros de la cultura.
Según la querida tradición de la Iglesia y la creencia popular, antes de que el emperador Constantino legalizara el cristianismo en el siglo IV, los primeros cristianos fueron perseguidos sistemáticamente por una brutal intención de su destrucción por parte del imperio romano. Según cuenta la historia, un gran número de creyentes fueron arrojados a los leones, torturados o quemados vivos por negarse a renunciar a Cristo. Estos santos, héroes inspiradores del cristianismo, todavía son venerados en la actualidad.
Moss, sin embargo, expone que la «Era de los Mártires» es una ficción – no hubo esfuerzo sostenido por los romanos durante 300 años para perseguir a los cristianos. En cambio, estas historias eran exageraciones piadosas; reescrituras altamente estilizadas de las tradiciones de muertes nobles judías, griegas y romanas; e incluso falsificaciones diseñadas para marginar a los herejes, inspirar a los fieles, y financiar las iglesias.
La historia tradicional de persecución todavía se enseña en las clases de la escuela dominical, se celebra en los sermones, y es usadaa por los líderes religiosos, políticos, los medios de comunicación y analistas que insisten en que los cristianos eran -y siempre serán- perseguidos por un mundo secular, hostil. Moss exhorta a los cristianos modernos a que abandonen la hipótesis conspiradora de que el mundo está empeñado en perseguirlos y, más bien, abracen el consuelo, la instrucción moral y la guía espiritual que estas historias de martirio proporcionan.
La acusación de Chávez y Maduro contra EE UU es conspiranoia en estado puro. Lo era en diciembre de 2011, cuando el fallecido la dejó caer por primera vez, y lo sigue siendo ahora. En nada se diferencia de estupideces como achacar a un pacto de los haitianos con el Diablo el terremoto que asoló el país caribeño en enero de 2010, tal como hizo el telepredicador Pat Robertson, o atribuir a ETA los atentados del 11M, como hizo recientemente Esteban González Pons, vicesecretario general de Estudios y Programas del PP. Hay tantas pruebas del origen capitalista del cáncer de Chávez como de que se lo hayan provocado los extraterrestres, los pitufos o practicantes de vudú.
Ya hace un año que, por si alguien tuviera alguna duda, el biólogo Andrés Rodríguez Seijo demostró que la teoría cancerígena de Chávez era un sinsentido. Los cánceres que habían padecido los líderes latinoamericanos invocados por el militar eran los propios de su edad y alguno tenía, además, antecedentes familiares. Rodríguez Seijo recordaba casos de políticos españoles aquejados de la enfermedad en los últimos años: Esperanza Aguirre, José Montilla, Iñaki Azkuna Josep Antoni Duran i Lleida, María San Gil, Uxue Barkos, Ana de Palacio y Loyola de Palacio. Y se preguntaba irónicamente: “¿Significa [esto] que la CIA está elaborando un complot en España para afectar con cáncer a diferentes dirigentes políticos o es simplemente una suma de factores de edad (mayores de 50), genética (caso de Palacio, similar al de Lula), factores ambientales y/o aumento probabilidades de padecer un cáncer?”.
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El vicepresidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha afirmado que “los enemigos de Venezuela inocularon el cáncer a Chávez”. Teniendo en cuenta las películas, cualquiera podría creerse una burrada como esta, pero la realidad es otra.
La respuesta rápida es NO, el cáncer no es como un resfriado ni lo podemos contagiar, ni inyectar, ni llega con un mosquito, ni ninguna otra forma que se os ocurra de transmitir una enfermedad. Sencillamente, no se puede.
Existen muchos tipos de cáncer, y muchas maneras de presentarse, pero normalmente suele darse sobre cierta base genética y de forma “espontanea” dentro de lo que cabe. Lo más común es que la división de algunas células de nuestro cuerpo, por una razón u otra, fallen y empiecen a multriplicarse sin orden ninguno, ocasionando el tumor. Y para que se de esto suele haber factores como una dieta o estilo de vida determinados, hábitos tóxicos y un largo etcétera que llevaran a la temida enfermedad, pero no existe método alguno que pueda provocarlo de manera directa.
¿Y por qué es imposible? Pues porque tenemos algo llamado sistema inmune, que protege nuestro cuerpo de las cosas extrañas del exterior. Si nos introdujeran células cancerígenas en el cuerpo, nuestro propio organismo reaccionaría contra ellas y las expulsaría, las rechazaría. Eso siempre y cuando nuestro sistema inmune funcione bien, y en el caso del señor Chávez, funcionaba perfectamente.
Por tanto, descartadas las formas de contagio (el cáncer no es una infección) o la inoculación (nuestro organismo se defiende bien de los cuerpos extraños), ¿es posible la inducción del cáncer? Aquí entramos en un tema complicado, pues existen factores que si se ha comprobado que pueden producir cáncer, aunque no siempre (aumentan la probabilidad de sufrirlo, pero no lo provocan directamente). Tenemos los conocidísimos casos de Hiroshima y Nagasaki, y el reciente caso de Fukushima, donde la radiación en exceso ha provocado el cáncer a muchísimas personas. También existen algunos productos químicos y algunos virus específicos, como el Virus de Epstein Barr o el Virus de la Hepatitis C, o el más conocido Virus del Papiloma Humano, todos ellos propensos a provocar cáncer, lo cual no quiere decir que necesariamente lo provoquen, solo que aumentan las probabilidades de sufrirlo.
Es evidente que las conspiraciones para asesinar políticos existen, como bien comenta la Dra. Esther Samper (Shora) en El País. El caso más documentado es el de Fidel Castro y los múltiples intentos de Estados Unidos de acabar con su vida, pero siempre mediante intentos de asesinatos directos claro.
También está el caso, como comenta Shora, de que muchos de los líderes latinoamericanos han sufrido diferentes tipos de cáncer a la vez. Pero, ¿es suficiente para ser sospechoso? La realidad es que no, pues el cáncer representa hasta el 25% de las muertes actuales, y afecta a uno de cada tres hombres y a una de cada cuatro mujeres solo en España (que no quiere decir que acaben matándolos, pero la enfermedad existe). Con los datos en la mano, podemos decir que el cáncer es una enfermedad bastante común, simplemente destaca que lo sufran líderes políticos por el mero hecho de que son líderes, los vemos casi a diario en la televisión y su vida es destacada, nada más.
Las teorías conspiratorias están bien para los libros de ciencia-ficción, pero la medicina es como es, y aunque el señor Maduro comparará el caso de Chávez con el de Arafat (antiguo lidel de Palestina), este último murió por envenenamiento con arsénico, no detectado en su momento, y no es el caso. El cáncer, como tal, y de forma directa, NO se puede inocular directamente.
Fuente: Medciencia