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Destornillador lumbar, ejemplo de mala praxis

radiografía lateral de la columna con el destornillador roto

A todos nos gusta McGuyver y hemos crecido viendo su habilidad para crear bombas de clips. Incluso esperamos que en el caso de enfrentarnos a alguna situación imposible en el futuro esto nos sirva para encontrar una loca solución con cuatro tonterías que encontremos en la basura.

Pero seguramente tu cirujano es la última persona que querrías que improvisara sobre la marcha con este tipo de soluciones. Y menos si es un cirujano que está operando tu columna vertebral. Es la típica situación que todos desearíamos que hubiera sido planeada con la suficiente antelación.

En 2001 Arturo Iturralde iba a someterse a una cirugía para implantar unos tornillos en su columna y a fijarlos con unas barras de titanio para hacer una artrodesis. Sea como fuere el hospital, que está en la isla de Hawai?i, se había quedado sin barras de titanio y el paciente ya estaba sobre la mesa de operaciones y con la espalda abierta. En cuanto se dieron cuenta, las enfermeras llamaron a la isla de Honolulu para que les enviasen de forma inmediata la pieza que faltaba.

Pero el Dr. Robert Ricketson, haciendo gala de su audaz ingenio, encontró la solución para terminar pronto encima de la mesa, el destornillador de acero inoxidable. Así que ni corto ni perezoso, cortó el destornillador ayudándose de una sierra y lo aporreó con la maza para dejarlo bien sujeto a la espalda del señor Iturralde.

Por supuesto, los destornilladores de acero inoxidable no están pensados para aguantar este trote, así que unos días después el destornillador se rompió y causó nuevos daños al paciente. Iturralde tuvo que someterse a tres cirugías correctoras para acabar finalmente parapléjico.

Finalmente el hospital fue condenado a indemnizar con 5,6 millones de dólares a la familia. Puede parecer injusto que el hospital tenga que pagar por el error de un empleado ¿cómo iban a saber que el Dr. Ricketson era un médico negligente? Ah, espera, que ya le habían retirado antes la licencia para ejercer en dos estados.

Más casos en:  Somos Medicina

El cirujano sin remordimientos y el abogado sin conciencia

Noticias Criminología. Humor de Bernad Shaw. Marisol Collazos SotoSe encontraba George Bernard Shaw cenando con dos amigos; a saber, un cirujano y un abogado.

Su amigo abogado quiso poner a prueba la capacidad creativa de Mr. Shaw.
Y héteme aquí que le retó en estos términos:

– ¿A que no es Vd. capaz de inventar un chiste protagonizado por un cirujano y un abogado?

Con un résped acorde a su talento, Shaw aceptó el reto y lo solucionó de la siguiente manera:

«Un cirujano abrió a un enfermo.

No le encontró ningún órgano dañado, pero para justificar la operación, le extirpó la conciencia.
Así le pudo cobrar  sin remordimiento.

El enfermo sanó, pagó al cirujano y, ya sin conciencia, se hizo abogado y ganó mucho dinero.»

Desconocemos si después de ese día se mantuvo la amistad inicial.

Si quieren conocer alguna de las aristas de quien llegó a ser Premio Nobel de Literatura, echen un vistazo a  George Bernard Shaw: El Premio Nobel que justificó y alentó la eugenesia, de donde, de paso, he sacado la imagen.

____________

La anécdota, quizá apócrifa, la cuenta Gregorio Doval en su «Anecdotario universal de cabecera». Ediciones del Prado. Madrid. 2003.

Fuente: DesEquiLIBROS. Lectura y cultura

Bajo licencia Creative Commons

Médico condenado por homicidio en liposucción

El cirujano que operó de una liposucción a la esposa del que fuera presidente de la República de Nigeria, Stella Iubayelea Obasanjo, ha sido condenado a un año de prisión y tres de inhabilitación para el ejercicio de la medicina por la muerte de su paciente el 23 de octubre de 2005.

En la sentencia, el Juzgado de lo Penal número 6 condena asimismo al médico a que indemnice, de forma solidaria con su aseguradora, en 120.000 euros al hijo de la fallecida, y rechaza la petición de la acusación particular de que deba indemnizar al Gobierno de la República de Nigeria.

El médico que intervino a la víctima, A.M.M., sin antecedentes penales, ha sido condenado como responsable de un delito de homicidio por imprudencia.

En los fundamentos de derecho se califica el comportamiento del cirujano de «descuidado y de abandono», no solo por el resultado (la muerte), sino «por la cantidad y calidad de los errores y omisiones que finalmente se han detectado en su actuación».

Dejación de funciones

El acusado, añade, «faltó de manera seria y gravemente imprudente a su deber de cuidado en lo que a dejación de sus funciones médicas se refiere», pues era el encargado de vigilar a su paciente.

La pérdida de sangre y las heridas internas que sufrió la paciente «se podrían haber reparado sin problema», pero para ello «se hubieran debido advertir a tiempo», indica la resolución.

La entonces primera dama, que falleció con 59 años, y padecía hipertensión, asma bronquial y a la que años atrás se le había practicado una cesárea, acudió por primera vez a la clínica Molding Clinic de Marbella el 31 de agosto de 2005 para someterse a una operación de cirugía estética, donde fue atendida por el acusado.

El médico la citó para el 20 de octubre de 2005, donde tras un último examen médico la consideró «idónea para la operación citada», por lo que fue convocada para que compareciera en la clínica el día siguiente, donde se le practicó una lipoescultura ultrasónica de abdomen, epigastrio, dorsal, cuello y flancos, señala la sentencia.

Durante la intervención, la cánula que extraía la grasa del cuerpo de la paciente fue introducida por error en la cavidad abdominal, donde sufrió incisiones en el hígado, además de un desgarro y cuatro punciones en el colon.

Postoperatorio fatal

Durante el postoperatorio, la primera dama sufrió la pérdida de abundante sangre, bajada de tensión y su estado se deterioró «de forma clara y evidente» a partir de las 22 horas del 22 de octubre, pero no fue trasladada hasta la Clínica USP de Marbella, que cuenta con una UCI, de la que carecía la Molding Clinic, hasta las 02.40 horas del día 23.

La paciente fue trasladada en el vehículo particular del cirujano a la otra clínica, adonde llegó en situación crítica, y donde falleció a las 03.45 horas.

Los informes forenses revelaron que la muerte se produjo por un choque séptico e hipovolémico y que la causa fundamental del fallecimiento fue la perforación de colon y laceración hepática.

Sobre el traslado de la paciente en el asiento trasero del coche del médico, en los fundamentos de derecho se señala que el doctor no explicó la razón para ello, pues un vehículo particular «-incluso para un lego en la medicina- no está indicado «para el traslado de una persona moribunda».

Fuente: 20Minutos.es

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