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Presunción de inocencia o por qué es torticera la petición de principio de lo paranormal

La gran mayoría de las personas del planeta no ha cometido asesinatos en su vida. El asesinato es un delito muy grave, pero poco frecuente en términos absolutos. Esto quiere decir que si escogemos a una persona al azar en todo el mundo, es bastante probable que dicha persona no haya cometido un asesinato. De hecho, cuando un asesinato llega a los medios de comunicación, los vecinos y allegados son los primeros sorprendidos. Por decirlo de alguna manera, «no es normal» que alguien sea un asesino.

El hecho de haber asesinado a alguien puede traer consigo consecuencias muy graves: privación de libertad (cárcel) por varios años e incluso, en algunos países, la pena de muerte. Por ese motivo, y dado que «lo normal» es que una persona al azar no sea una asesina, debe exigirse la presunción de inocencia: eres inocente salvo pruebas contundentes que certifiquen que has cometido un asesinato. De lo contrario, nos veríamos de nuevo sumergidos en la Edad Media, donde los acusados eran culpables «de partida» y tenían que probar su inocencia. Quien dice asesinato, dice cualquier otro delito.

Esta presunción, lógica y razonable, no se aplica en el campo de lo paranormal. Es más: los «profesionales» del ocultismo se niegan a que así sea: niegan la presunción de inocencia.

¿Cómo? Exigiendo que se admita sin pruebas la existencia de su «objeto de estudio» (lo que se conoce como «falacia de petición de principio»).

Para estudiar algo, ese «algo» primero debe existir. Los médicos estudian el cuerpo humano y la cura de las enfermedades que lo aquejan porque existen tanto el cuerpo humano como esas enfermedades. Los físicos estudian, por ejemplo, la gravedad, porque existe la gravedad. Los biólogos estudian los mecanismos de la evolución porque la evolución es un hecho. Los mercaderes del ocultismo «estudian» lo paranormal, pero nunca han dado pruebas de que aquello que estudian, exista. Es más: tal y como vimos en el artículo «El problema de las definiciones en negativo», ni siquiera tenemos claro cuál es exactamente su «objeto de estudio».

Vamos a ver un ejemplo con la telepatía. La telepatía es, según afirman los «estudiosos» de lo paranormal, la capacidad de transmitir el pensamiento a otra persona de manera instantánea, independientemente de la distancia a la que estén ambas personas, «emisor» y «receptor», a través de unas «ondas telepáticas». De ser cierto que existe la telepatía, se estarían violando varias leyes físicas sólidamente establecidas. Sostener que la telepatía existe es señalar a las leyes físicas que explican el mundo real como culpables de no explicarlo en absoluto, pasando de puntillas sobre el hecho de que es la telepatía la que debe acreditarse debidamente como fenómeno «medible». ¿Deben las leyes físicas «demostrar su inocencia» y repetirnos por enésima vez por qué están establecidas? ¿O es la telepatía quien debe demostrar por qué fallarían las leyes físicas que la hacen altamente improbable?

Como podemos ver, en esta situación se da la perversión lógica de hacer a la física culpable hasta que se demuestre lo contrario. Si la física fuera una persona, estaría condenada a cadena perpetua por un delito que no ha cometido. En algunos países, condenada incluso a la silla eléctrica por un delito del que no hay una sola prueba.

Porque no hay una sola prueba de la existencia de la telepatía, o dicho de otra manera, de que la telepatía sea un fenómeno real.

Tal vez hayan hablado al lector de estudios científicos donde se ha demostrado la existencia de la telepatía de manera controlada en un laboratorio. Habría que matizar: ha habido estudios más o menos chapuceros que se han hecho de forma desaseada y que, por tanto, no demuestran nada. Cuando se ha criticado su metodología, o la falta de precauciones tomadas contra posibles trampas, la defensa se ha centrado en repetir «todos somos de fiar, nadie querría manipular los resultados» y no en adoptar la actitud de «mira lo que dicen las cifras y vamos a ver si volvemos a conseguirlas con los mecanismos de control adicionales que sugieres».

El lector interesado puede consultar en las siguientes direcciones web:

http://spanish.skepdic.com/parapsicologia.html

http://www.cicap.org/en_artic/at101003.htm

o bien en el libro «La ciencia. Lo bueno, lo malo y lo falso» de Martin Gardner, capítulos 12, 13, 19 y 21 (editorial Alianza).

Artículo completo en: círculoescéptico

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