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morfopsicología

El País de la Morfopsicotimología

Si es que no paran: parece que cada fin de semana quieren castigarnos con una nueva pseudociencia. La grafología un día, luego la homeopatía y ahora, para este próximo fin de semana (según oigo en La Ventana de la Ser el viernes de dolores, manda cojones), las creencias de que la cara es el espejo del alma convertidas en pseudociencia pseudopsicológica, timo total que además se vende en gabinetes que pretenden jugar a la selección de personal usando la pinta de una cara… Me jode especialmente porque el artículo presenta unos cuantos rostros muy famosos con descripciones de alguien a quien leo y respeto, Juan José Millás. Pero incorpora las descripciones (un cúmulo de obviedades que cualquiera puede conocer de un personaje famoso) a partir de la forma de la cara.

La mal llamada morfopsicología es un timo. Sin más. Tan poco comprobada experimentalmente como la grafología, y tan incapaz de decir nada más que lo obvio o lo conocido, amén del habitual repertorio de generalidades que, vía efectos bien conocidos (Barnum, Foerer, les llaman) se pueden personalizar o convertir en precisos en un caso concreto. No es así, por más que tenga una base en las creencias populares, o que en algunos momentos llegara a intentar conseguir respetabilidad científica (o criminalística). Recordemos al padre de la criminología moderna con sus creencias fisiognómicas (o fisionómicas), Cesare Lombroso. Pensaba Lombroso que la forma de la cara correlaciona con la conducta. Recogía ideas antiguas, y el mismo Giovambatista della Porta (ahora tenemos unos cuantos textos suyos en el Pamplonetario, por cierto) en el XVII planteó que frente a la idea astrológica de que las estrellas influían en el carácter y en la forma de cada uno lo que existía era una relación entre ambos. Fue popular la fisionomía, y se desarrolló de forma conspicua, pero fue Lombroso el que realizó las primeras teorías sobre la pinta de un delincuente. Desde entonces, hablamos de mediados del XIX, todos los relatos pintan a los malos con mirada torva, facciones asimétricas y exageradas… en fin, un dechado de fealdad, que es maldad. Y recordemos a unos de los padres de la psicología experimental, Franz Joseph Gall que hace dos siglos, sin embargo, desarrolló la errónea idea de que el desarrollo de las funciones cerebrales se ligaba únicamente al tamaño de la zona correspondiente en el cráneo. Esa idea de la frenología ha persistido mucho (y de hecho seguimos pensando que un tío cabezón es potencialmente más inteligente… que no).

A mediados de los años 30, investigadores criminales, jueces y psicólogos fueron creando nuevas teorías de este tipo, la llamada morfopsicología de Corman o la personología de Lavater o Jones. Pero no conseguirán encontrar demostraciones y publicaciones científicas que relacionen realmente conducta y aspecto facial, o expresividad o marcas en la cara. No hay tal. (Recomiendo un buen resumen sobre el asunto en el Skeptic Dictionary)

En fin, una vez más, con alevosía y findesemanidad, se da pábulo a una pseudociencia y se promociona un gabinete pseudocientífico que, para colmo, hace sus dineros con asesorías irrelevantes, esotéricas y engañosas, basadas en una disciplina sin prueba alguna científica. Prepárense para un finde entretenido y, ya saben, cartas a la defensora, que esto es el único pataleo que nos dejan.

Fuente: Por La Boca Muere El Pez

Bajo licencia Creative Commons

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Enlaces relacionados:

–  La web de Maco048. Noticias: frenología

–  La web de Maco048. Noticias: Pseudociencia

–  Grafología, otra pseudociencia. Marisol Collazos Soto

–  Grafología, una clase de pseudocirencia. Recopilado por Marisol Collazos Soto

–  El método científico versus la charlatenería

El timo de la morfopsicología: la cara no es el espejo del alma

El Correo y los otros diarios regionales de Vocento dan pábulo a otra práctica esotérica de cuya existencia no sabía nada. El titular «La cara te delata» me ha hecho creer en un principio que el reportaje firmado por Arturo Checa se centraba en el estudio de las microexpresiones, popularizado por la serie de televisión Miénteme. Pero no es así. El reportaje está dedicado a la morfopsicología, cuyos practicantes deducen la personalidad de un sujeto por los rasgos de su rostro.

«Unos pómulos prominentes y una nariz ancha hablan de una persona con una importante carga humana», dice la primera frase del texto. Esta característica la comparten la mayoría de los negros, incluidos asesinos, violadores y demás gente de malvivir, así que la morfopsicología no ayuda mucho en este caso. En realidad, no ayuda en ningún caso más que lo hacen la astrología o la lectura de manos, porque la cara no refleja la personalidad, sino que se basa en gran parte en el bagaje genético. La única fuente del texto es Julian Gabarre, morfopsicólogo y grafólogo, de quien el autor da como dato relevante que una búsqueda sobre él ofrece «22.000 resultados en Google». No es así: sobre «Julian Gabarre» hay 450 referencias en el buscador más popular y 4.700 con el nombre escrito con tilde; los casi 21.400 resultados del reportaje se refieren a páginas donde aparecen el nombre de Julian y el apellido Gabarre juntos o separados, no sólo «Julian Gabarre». Además, ¿desde cuándo el número de citas en Google prueba algo más que la popularidad?

Artículo completo en: Magonia

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